Habitantes del Caos

Psicología Cuántica V - ¿Cúantas cabezas tienes?


CINCO

¿Cuántas cabezas tienes?

 

Tomando prestada una broma (¿o una profundidad?) de Bertrand Russel en Nuestro Conocimiento del Mundo Externo, demostraré ahora que el lector tiene dos cabezas.

De acuerdo al sentido común, y el consenso de la mayoría de filósofos (occidentales), nosotros existimos “dentro” de un “universo objetivo”, o – para decirlo de otra manera – el “universo objetivo” existe “fuera” de nosotros.

Muy pocas personas han dudado de esto alguna vez. Aquellos que han dudado de ello han llegado, inevitablemente, a conclusiones altamente excéntricas.

Bueno, evitando la excentricidad y aceptando el punto de vista convencional, ¿cómo sabemos cualquier cosa sobre ese “universo externo”? ¿Cómo lo percibimos?

(Por conveniencia, consideraré solamente el sentido de la vista en lo que sigue. El lector puede comprobar por sí mismo, o sí misma, que la misma lógica aplica si una cambia los términos y lo sustituye por el oído o cualquiera de nuestros sentidos.)

 

Vemos los objetos en el “universo exterior” a través de nuestros ojos y hacemos imágenes –modelos—de ellos en nuestros cerebros. El cerebro “interpreta” lo que los ojos transmiten como señales de energía. (Por ahora, vamos a ignorar el dato que demuestra que el cerebro hace una apuesta a que puede interpretar estas señales.)

De nuevo, muy pocos occidentales han dudado de esto, y aquellos que han dudado de todo han llegado a alternativas extrañas e increíbles.

Así que  vivimos “dentro” de un “universo externo” y creamos una imagen o modelo de él “dentro” de nuestros cerebros, al sumar, o sintetizar e interpretar nuestras imágenes o modelos de partes del universo llamadas “objetos”. Luego, sigue que nunca conocemos el “universo externo” y sus “objetos” en absoluto. Conocemos el modelo del “universo externo” dentro de nuestros cerebros, que existen dentro de nuestras cabezas.

En ese caso, todo lo que vemos, que pensamos que existe externamente, de hecho existe internamente, dentro de nuestras cabezas.

 

Pero recuerde, no hemos llegado al solipsismo. Todavía asumimos el “universo externo” del que partimos. Solamente hemos descubierto que no podemos verlo o conocerlo. Vemos un modelo de él en nuestra cabeza, y en la vida diaria nos olvidamos de esto y actuamos como si el modelo existiera fuera de nuestra mente – ej. Como si (1) el modelo y el universo ocuparan la misma área espacial (como nuestro mapa que trata de mostrar “todo” sobre Dublín que ocuparía el mismo espacio que Dublín) y (2) que este espacio existe “fuera”.

Pero el modelo y el universo no ocupan el mismo espacio y el espacio en donde el modelo existe solo puede ser localizado “dentro” de nuestro cerebro, que existe dentro de nuestra cabeza. Ahora nos damos cuenta de que, mientras el universo existe fuera, el modelo existe dentro, y por ende ocupa mucho menos espacio que el universo.

El “universo real” entonces existe “fuera” pero sigue sin ser experimentado, y quizás desconocido. Aquello que experimentamos o conocemos (o pensamos que conocemos) existe en redes locales de nexos electroquímicos en nuestro cerebro.

De nuevo, si el lector gustara desafiar alguna parte de esto, él o ella tendrían que tratar de imaginar una explicación alternativa de la percepción. Parecería, o siempre ha parecido hasta la fecha, que cualquiera de estas alternativas suenan no solamente más raras que esto, sino totalmente increíbles para la “gente con sentido común”.

 

Bien, para proceder, ahora tenemos un “universo externo” bastante grande (comparativamente hablando) y un modelo del mismo, mucho más pequeño (comparativamente hablando), el anterior “fuera” de nosotros y el posterior “dentro” nuestro. Por supuesto que existen algunas correspondencias o isomorfismos entre los universos “interno” y “externo”. De otra forma, no podría levantarme de mi silla, caminar hacia la puerta, bajar por el pasillo y localizar efectivamente la cocina para tomar otra taza de café de lo que identifico como Cafetera.

Pero ¿en dónde existe nuestra cabeza?

Bueno, nuestra cabeza obviamente existe “dentro” del “universo externo” y “fuera” de nuestro cerebro que contiene el modelo del “universo externo”.

Pero como nunca vemos o experimentamos el “universo externo” directamente, y solo vemos nuestro modelo de ello, solo percibimos nuestra cabeza como parte del modelo, que existe en nuestro interior. Ciertamente, nuestra cabeza percibida no puede existir aparte de nuestro cuerpo percibido mientras sigamos con vida, y nuestro cuerpo percibido (incluyendo la cabeza) existe dentro de nuestro universo percibido. ¿Verdad?

 

Así pues, la cabeza que percibimos existe dentro de otra cabeza que no percibimos ni podemos percibir. La segunda cabeza contiene nuestro modelo del universo, nuestro modelo de esta galaxia, nuestro modelo de este sistema solar, nuestro modelo de la Tierra, nuestro modelo de este continente, nuestro modelo de esta ciudad, nuestro modelo de nuestra casa, nuestro modelo de nosotros mismos y sobre nuestro modelo de nosotros mismos, un modelo de nuestra cabeza. El modelo de nuestra cabeza ocupa mucho menos espacio que nuestra cabeza “real”.

Piensa al respecto. Retírate a tu estudio, desconecta el teléfono, asegura la puerta y examina cuidadosamente cada paso de este argumento en sucesión, notando que absurdeces aparecen si cuestionas cualquier paso individual y pruebas una alternativa.

 

Permitámonos, por amor de Dios y por el bienestar de todos nosotros, por lo menos intentar aclarar cómo podemos tener dos cabezas. Nuestra cabeza percibida existe como parte (una parte muy pequeña) de nuestro modelo del universo, que existe en nuestro cerebro. Ya hemos probado eso ¿verdad? Nuestro cerebro, sin embargo, eciste dentro de nuestra segunda cabeza—nuestra cabeza “real”, que contiene todo nuestro modelo del universo, incluyendo a nuestra cabeza percibida. En resumen, nuestra cabeza percibida existe dentro de nuestro universo percibido que existe dentro de nuestra cabeza real que existe dentro del universo real.

Así mismo podemos nombrar nuestras dos cabezas—tenemos una cabeza “real” fuera del universo percibido y una “cabeza percibida” dentro del universo percibido, y nuestra cabeza “real” ahora aparece, no solamente mucho más grande que nuestra cabeza, sino que más grande que nuestro universo percibido.

  1. como no podemos conocer o percibir el universo “real” directamente, nuestra cabeza “real” parece más grande que el único universo que si conocemos y percibimos—nuestro universo percibido, dentro de nuestra cabeza percibida.

 

El lector podría encontrar algo de consuelo en el pensamiento de que Bertrand Russell, quien ideo este argumento, también invento la clase matemática de todas las clases que “no se contienen a sí mismas.” Esta clase, podrá notar, no se contiene a sí misma a menos que se contenga a sí misma. También se contiene a sí misma si y sólo si no se contiene a sí misma. ¿Comprende?

Cuando no estaba ocupado en las cruzadas por el racionalismo, la paz mundial, la decencia común y otras ideas subversivas, Russell pasó mucho tiempo en la práctica aún más subversiva de inventar tales “monstruos” lógicos para importunar lógicos y matemáticos.

 

Regresando a nuestras dos cabezas: Lord Russell nunca llevaba esta broma, o reflexión profunda, más allá de este punto. Cavilando un poco, sin embargo, el lector verá fácilmente que, habiendo analizado el asunto hasta aquí, ahora sabemos que tenemos tres cabezas—la tercera conteniendo el modelo que contiene al universo “real” y la cabeza “real” y la cabeza percibida. Y ahora que pensamos en eso, tenemos una cuarta cabeza…

Y así ad infinitum. Para dar cuenta de la percepción de nuestra percepción – nuestra habilidad para percibir que percibimos—tenemos tres cabezas, y para dar cuenta de eso, cuatro cabezas, y para dar cuenta de nuestra habilidad de mantener este análisis por siempre, tenemos infinitas cabezas…

 

Un modelo de conciencia que si llega, muy rigurosamente y con precisión casi matemática de lógica, precisamente con esta regresión infinita aparece en The Serial Universe por J.W. Dunne, quien usa el tiempo en vez de la percepción como término principal, pero llega a la misma conclusión que nosotros, si no a una serie infinita de cabezas, es una serie infinita de “mentes”.

Como el maestro Zen, acabo de guiarte a la puerta de la Ley y te la he cerrado en la cara. Pero espera. Eventualmente discerniremos “una luz al final del túnel.” Si sólo pudiéramos abrir esa maldita puerta…

¿O quizás ya detectaste el “Ubangi en el suministro de combustible” del señor Fields?*

Si no, procedamos. Alfred Korzybski, mencionado aquí varias veces (y una fuerte influencia incluso cuando no se le menciona), hacía hincapié en que nuestro pensamiento podría volverse más científico si usáramos subíndices matemáticos más frecuentemente. Pensando al respecto un día, recordé el siguiente análogo del argumento de Dunne sin siquiera usar sus dimensiones de tiempo infinitas:

Observo que tengo una mente. Siguiendo a Koszybski, permitámonos llamar a esta mente observada mente 1.

Pero observo que tengo una mente que puede observar a mente 1. Llamemos a esta mente auto-observadora, mente 2.

Mente2 que observa a mente1 puede en cambio convertirse en objeto de observación. (Un poco de experiencia en la auto-observación Budista confirmará esto experimentalmente.) El observador de mente2 entonces requiere su propio nombre, y lo llamaremos mente 3.

Y así… al infinito, una vez más.

 

Por supuesto, habiendo mencionado al Budismo, para ser justo podría agregar que el budista no acepta el “Yo observo que tengo una mente.” El budista diría “Observo que tengo una tendencia a plantear una mente.”

Pero eso, quizás, permita que el felix domesticus escape del saco, como diría el señor Fields.

 

 

EJERCICIOS

  1. Con el grupo revise el ejercicio 1 al final del Capítulo Dos. Traten de decidir cuantas de las proposiciones allí, las cuales pedí que forzaran en las dos categorías de “significativo” e “insignificante”, caben igualmente bien en la categoría de Reglas del Juego o los resultantes de Reglas del Juego tácitas (no mencionadas).
  2. Medite sobre la siguiente cita de Our Knowledge of the External World de Lord Russell (pág. 24):

      “La creencia o convicción inconsciente de que todas las proposiciones son alguna forma de sujeto-predicado – en otras palabras, que cada hecho consiste en que algo tenga alguna calidad – ha vuelto a la mayor parte de filósofos incapaces de dar ninguna cuenta del mundo de la ciencia y la vida cotidiana. “

 Considere la forma sujeto-predicado como Regla del Juego.

     3. Contemple las siguientes oraciones típicas de sujeto-predicado: “El rayo relampagueó súbitamente.” “Ahora está lloviendo afuera.” “Tengo un temperamento incontrolable.”

Trate de identificar el sujeto tácito en la oración: “Ahora está lloviendo afuera”.

Vea cómo las Reglas del Juego sujeto-predicado influencian las otras dos oraciones. ¿Alguno puede parafrasearlo en un lenguaje más fenomenológico? ¿Algo de esto le ayuda a identificar le truco en el argumentos de las dos cabezas (o cabezas infinitas)?

 

 

*  N. del T. “I detect a Ubangi in the fuel supply”-W.C. Fields; el término Ubangi denota a una persona negra. Toda la cita parece indicar simplemente que algo está fuera de lugar, errado o con mala intención. Fields escribió durante las décadas del 20 y 30, y las personas de cierta posición social no encontraban el término ofensivo.

 


Fuentes

Quantuum Psychology, How Brain Software Programs You and Your World 
Robert Anton Wilson
First Edition 1990

Traducido por La_Calabaza 


Enviado por: Calabaza

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Tags:

RAW Descondicionamiento Discordianismo Filosofía Psicología


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