SEIS
El Escape de la Razón y El Culto a los Instrumentos
Mucho tiempo antes de la física o psicología moderna, en la antigua Grecia, los Escépticos ya habían notado que la Incertidumbre, Indeterminación y Relatividad aparecen como partes ineludibles de la vida humana, porque lo que ve Xerox nunca es exactamente lo que ve Exxon. Platón, Aristóteles y otros genios trataron de escapar del agnosticismo o Zeteticismo de los Escépticos “encontrando” o proclamando haber encontrado, un método de Razonamiento Abstracto Puro que, ellos creían, llevaría a la Verdad Pura sin ninguna distorsión inducida por nuestros órganos sensoriales falibles. Aparte de algunos conservadores en las Sillas de la Filosofía, el mundo ahora sabe que la búsqueda griega por la Verdad Pura falló; y la historia subsecuente de la filosofía parece una larga historia detectivesca—el descubrimiento gradual, siglo tras siglo, de las numerosas “mentiras” (prejuicios inconscientes) que se escabulleron en el Razonamiento Puro de aquellos audaces pioneros helénicos.
Dicho sarcásticamente, se podría decir que los Lógicos griegos sufrían la ilusión de que el universo está hecho de palabras. Si encontraran las palabras correctas, pensaban, se llegaría a la Verdad Eterna.
Luego vino la ciencia moderna, una síntesis de Razón Pura en la tradición griega con el humilde empirismo en la tradición de los artesanos – con todos los resultados expresados en los “lenguajes” muy precisos y especiales de las ramas de la matemática. Pareció, por algunos siglos, que la ciencia podía resolver todos los misterios y dar respuesta a todas las preguntas. En la ciencia, razonar sobre lo que el Universo “debería hacer” (de acuerdo a la lógica) va unido a un ciclo de retroalimentación con instrumentos cada vez más sutiles para decirnos en donde y cuando el Universo falló en coincidir con la Lógica o nuestra matemática – dónde nuestra Lógica necesita revisión, o un tipo de matemática necesita corrección de otra. Con instrumentos lo suficientemente perfeccionados, parecía en ese entonces, que podríamos corregir todos nuestros errores y llegar eventualmente a la Verdad Pura que Platón y compañía habían pensado poder atrapar con mera Lógica, sin los instrumentos.
El universo ahora parecía consistir, no de palabras, sino de ecuaciones. Algún día, pensamos, podríamos saber “jodidamente todo sobre todo”, y describirlo en formalismos matemáticos elegantes. Esa fe murió con la Relatividad de Einstein y la Mecánica Cuántica de Planck, ambas teorías que probaron, en formas distintas, que el sistema nervioso humano asistido por instrumentos diseñados por humanos produce resultados igualmente “infalibles” que el sistema nervioso humano sin la ayuda de instrumentos.
Como ilustración: los Escépticos en la antigua Grecia observaron la relatividad de temperatura como es percibida por humanos. Cada filosofo en Atenas había escuchado su argumento experimental: si mantienes tu mano derecha en un recipiente con agua bastante caliente y la mano izquierda en un recipiente con agua muy fría, y luego se sumergen ambas manos en un tercer recipiente con agua templada, la mano derecha “percibe” que el tercer recipiente contiene agua fría, y la mano izquierda la percibirá caliente.
Todo es esfuerzo heroico de Platón y Aristóteles, como dijimos, apuntaba al intento de trascender más allá de esta relatividad sensual-sensorial con el uso de la Razón Pura.
La Razón Pura, sin embargo, deriva de axiomas que no pueden ser comprobados o refutados. Estos axiomas aparecen en la conciencia desde un nivel pre-lógico de aprehensión en el cual muy bien podríamos estar gesticulando o señalando – o agitando bastones en el aire como los Maestros Zen—en vez de hablar, porque estamos tratando de indicar o invocar algo que existe previo a las palabras y categorías.
Aún peor, los axiomas (o reglas del juego) que parecen naturales o innegables en una tribu o cultura no parecen para nada naturales y son frecuentemente negados por otras culturas. Por ende, muchos de los axiomas “evidentes” de Platón y sus asociados ya no ganan la aprobación de los científicos, y muchos de ellos han resultado estar en desacuerdo en la práctica (experiencia no-verbal) cuando los científicos los han puesto a prueba.
Immanuel Kant quizá compuso la lista más larga de defectos en la “razón pura” de los clásicos griegos. Una que ha recibido menos publicidad que el resto—mucha menos publicidad que la del Cretense que dice que todos los cretenses siempre mienten – dice así:
Cuando una flecha es disparada desde un arco hacia un objetivo parece moverse a través del espacio.
Sin embargo, en el mismo momento la flecha solamente ocupa una posición en el espacio, no dos o tres o más posiciones.
De ese modo, en todo momento la flecha existe en un solo lugar, no dos o tres o más. En otras palabras, en todo instante la flecha tiene una posición.
Si la flecha tiene una y sólo una posición definida en cada momento, entonces en cada instante no se mueve. Si no se mueve en ninguno de estos instantes, nunca se mueve en absoluto.
No se puede escapar esta Lógica posicionando instantes-entre-instantes. En estas unidades de nano tiempo se mantiene la misma lógica. En cada nano-instante la flecha tiene alguna posición, no varias posiciones. Por tanto, incluso en nano-instantes, la flecha no se mueve en absoluto.
Parece que la única forma de salir de este absurdo consiste en reconocer que la flecha, después de todo, ocupa dos locaciones al mismo tiempo. Esto, sin embargo, lleva a mayores problemas, que dejo para que los descubra usted mismo.
Y esto demuestra a dónde nos lleva la Lógica si no es corregida por la observación (sentidos o instrumentos). Si no corregimos nuestra Lógica comparándola con la experiencia, podríamos pasar siglos elaborando nuestros más antiguos errores sin fin – como parece que les ha pasado a las culturas que no comparten nuestros axiomas “evidentes”.
Pero les parecemos tan locos a esas culturas como ellos a nosotros. Cada religión, por ejemplo, le parece a otras religiones (y a los no creyentes) un resultado de deducciones lógicas de axiomas que simplemente no encajan en este universo.
Así que, permitámonos corregir nuestra Razón Pura con la experiencia real de lo que la gente ve y huele o detecta de otra forma en el mundo fenomenológico o existencial. Expandámonos más allá de la Razón Pura abstracta y revisemos nuestra lógica contra nuestra experiencia.
Entonces: fue de esta clase de argumento que emergió la ciencia—y pareció por un tiempo lista y dispuesta a resolver todos nuestros problemas.
Ciertamente, con estas ecuaciones espléndidas y maravillosos instrumentos, la ciencia parecía ofrecer una mejor forma de resolver el meollo de los problemas existenciales que alguna vez tuvo la lógica griega. Los hombres de negocios notaron esto rápidamente y comenzaron a financiar la “investigación”. Los filósofos racionalistas lo notaron luego y asumieron alegremente que la ciencia podía ir más allá de lo práctico—el mejor modelo en ese tiempo— y también producir la Verdad Pura.
Pero entonces Einstein demostró que dos relojes pueden medir distintos tiempos—al igual que dos manos humanas “miden” distintas temperaturas. La falibilidad de nuestros sistemas nerviosos de pronto aparecieron en nuestros instrumentos; y la Verdad Absoluta una vez más nos eludía.
Einstein, para hacer énfasis, también demostró que dos reglas pueden medir distintas longitudes. Entonces la Mecánica Cuántica demostró que distintos instrumentos pueden producir “lecturas” radicalmente distintas de eventos en el espacio-tiempo del mundo sub-atómico. En el caso más impresionante, uno que todavía hace que los estudiantes de primer año en física se tambaleen, un escenario instrumental nos muestra un mundo hecho de partículas como balas, y los mismos instrumentos en un distinto escenario muestran un mundo hecho de olas de energía como en el océano.
Esto parecía “incomprensible” para los físicos en primer lugar porque, trescientos años después de que Galileo acribillara la física de Aristóteles, ellos todavía pensaban en las categorías de la lógica aristotélica, donde X debe “ser” ya sea una onda o una particular y no puede “ser” ambas una onda y una partícula, dependiendo de cómo y dónde la “veamos”. Por cierto tiempo, algunos físicos hablaban, con guasa, pero también algo desesperados, sobre “ondículas”.
En resumen: pensamos que podíamos escapar a la relatividad e incertidumbre de los órganos sensoriales al construir instrumentos inteligentes, pero ahora hemos descubierto la relatividad de los instrumentos mismos. (Sigo reiterando esto porque, en mi experiencia impartiendo seminarios de lógica no-Aristotélica por 30 años, casi nadie comprende esto a la primera. La mayoría de gente cree que lo entiende, pero no lo hacen.)
Así que cuando examina un rosal, ya sea que lo vea solamente con sus ojos (y cerebro), o vea con una variedad de instrumentos científicos, lo que “vea” depende de la estructura del instrumento – su aparato sensorial y/o las herramientas añadidas a ese aparato.
Es más, lo que puede decir sobre lo que vio depende de la estructura de su simbolismo – ya sea que lo describa en Inglés, Persa, Chino, geometría euclidiana, geometría no-euclidiana, cálculo diferencial o cuaterniónes.
Esto explica por qué, en las palabras del Dr. Jones, “cualquier cosa que estemos describiendo, la mente humana no puede separarse de ello.”
EJERCICIOS
Fuentes
Quantuum Psychology, How Brain Software Programs You and Your World Robert Anton Wilson First Edition 1990 Traducido por La_Calabaza
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